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¿Qué es ser "nikkei" hoy?: una revisión y actualización al concepto


En primer lugar, debo reconocer que el concepto de nikkei llegó a mi vida algo tarde, cuando ya era estudiante de pregrado, específicamente cuando me encontraba a mitad de mi carrera universitaria como historiador y a pocos meses de comenzar a desarrollar mi tesis sobre aspectos culturales japoneses en Chile. Si mal no recuerdo, la primera vez que escuché hablar de los “nikkei” fue en una charla realizada por el profesor Ariel Takeda en la Biblioteca Nacional de Chile. Allí, conocí su libro titulado “Anecdotario histórico: japoneses chilenos, primera mitad del siglo XX” (Margareta Hudolín M., 2006). Por primera vez tuve la oportunidad de conocer y conversar con un profesor de “origen” japonés, aunque más tarde me enteraría de que se trata de un “nisei”, es decir, un descendiente de japonés de segunda generación. En lo personal y para términos prácticos, no significaba una mayor diferencia con respecto a otros japoneses. Tiempo después, lo contacté para que fuera mi profesor guía de mi tesis de pregrado que complementaba el trabajo realizado por el profesor Takeda, titulada “Imaginario del japonés en Chile: retratos, representaciones e imaginario de los japoneses en la prensa obrera chilena, 1904-1935” (2013), y que después de mucho esfuerzo en términos de realizar una tesis sobre un grupo humano poco estudiado en Chile y con escases de fuentes, logré sacar adelante para licenciarme como historiador. Hasta el día de hoy, analizo, investigo y difundo las diversas manifestaciones de la cultura japonesa en Chile.


Pero el tema de los imaginarios e inmigración de japoneses a Chile, que podría parecer un estudio anecdótico en mi vida académica, no es un hecho aislado dentro de mi interés por la cultura japonesa. La cultura japonesa me ha acompañado desde muy temprana edad, conociéndola, primeramente y como una gran cantidad de colegas de mi misma generación, mediante la enorme difusión e impacto de la cultura pop japonesa que llegó a Latinoamérica desde mediado de la década de 1990. El impacto de las producciones audiovisuales de la época me llevó a desarrollar estudios autodidactas sobre cultura japonesa, buscando información sobre su historia, religiosidad, arte, economía, entre otros, en las pocas fuentes de información disponibles en la época y cuando el internet aún no se había masificado. Esta búsqueda de una cultura que cada vez se hacía más coherente con mi formación personal, me llevó a cuestionarme mi “identificación” con mi entorno social. A nivel personal, nunca me sentí completamente identificado ni cómodo bajo la idea de “identidad nacional” que en las escuelas nos enseñan. Tampoco sentía que calzaba muy bien con las diversas “identidades juveniles” y tribus urbanas que existían en mi época de niñez y juventud.


Al día de hoy, me reconozco como un “hijo de la globalización”, es decir, una persona que ha tenido la posibilidad de elegir un abanico inmenso de patrones culturales e identitarios compatibles con la formación personal y educacional de cada uno. Bajo el contexto de globalización y con la influencia de la masificación de las comunicaciones y el internet, la cultura japonesa llegó a mí en mi niñez y nunca más volví a alejarme de ella. Actualmente consumo su cultura pop, leo constantemente libros de historia del Japón, religiosidad, filosofía, arte y folklore japonés. Mi carrera profesional, como mencioné en un principio, ha girado en torno estudios japoneses. Difundo y practico aspectos culturales que me parecen de sentido común pero que no los aprendí en mi nación de nacimiento.


En los últimos años, y gracias al impulso que ha tomado mi proyecto personal de difusión de cultura japonesa en Chile (Japonistas Chile y sus diversos proyectos), se ha hecho cada vez más frecuente el reconocimiento por parte de descendientes japoneses de mi "identidad nikkei" o “corazón de nikkei”, es decir, de una persona que ha logrado armonizar a nivel personal y profesional aspectos culturales de Chile y Japón, además de, por supuesto, difundirlos y colaborar con la preservación de los mismos. Es así como los mismos descendientes de una cultura milenaria que he admirado de toda la vida me han dotado de una identidad que por fin logró darme un espacio e identificación en este mundo globalizado: hoy en día, y con cada vez más seguridad, puedo definirme como un "nikkei cultural". Esta consideración e integración hacia mi persona a la comunidad de descendientes de japoneses en Chile, sin duda que ha sido uno de los gestos más emotivos que he recibido, hasta ahora, en torno a mis estudios sobre la cultura japonesa.

[Invitación a la conmemoración "Nikkei Reconociendo nuestro origen" llevada a cabo en la Sociedad Japonesa de Beneficencia, el 4 de setiembre de 2019. Entre algunos de los invitados, de derecha a izquierda, Keske Iitomi (nikkei, historiador, miembro de Japonistas Chile) y Toshiro Murata (japonés, cantante y compositor)]


A pesar de lo anterior, las tradiciones en muchos casos suelen ser mucho más fuertes que las nuevas propuestas de cambio y siempre habrá grupos interesados en preservarlas, lo que no es malo si estamos hablando de tradiciones materiales, artísticas o folclóricas, pero no así en cuanto a personas.


Mientras más investigo y conozco a los nikkei latinoamericanos, más interesante y más revolucionario me parece la revisión al concepto de nikkei que se le ha estado realizando en la región. Tradicionalmente el concepto se ha relacionado a los inmigrantes japoneses, con permanencia en el exterior y sus diversas generaciones de descendientes, es decir, es un concepto determinado por la territorialidad del Japón y los lazos de sangre. En la práctica, y aparte del concepto de nikkei, nos encontramos con conceptos tan complejos e interesantes como son el de hafu o hapa, también relacionados con descendientes de japoneses pero que generalmente quedan invisibilizados bajo el concepto unificador y tradicional de nikkei al tratarse no simplemente de descendientes, sino que de mestizos. Hoy en día, y dado los últimos acontecimientos acontecidos primeramente en Estados Unidos y posteriormente en otras localidades del mundo, cuando los temas raciales están siendo muy cuestionados a nivel global, me parece atingente revisar el concepto de nikkei eliminando sus condicionantes sanguíneas, para poner en valor la riqueza cultural de los diversos nikkei y hafu que se forman alrededor del mundo. Que algo sea definido por “tradición” no necesariamente implica que sea “bueno”. Ejemplos al respecto hay varios, pero en el caso de los nikkei son conocidos los casos de discriminación a nivel mundial de nikkei y hafu tanto en sus países de residencia como en el mismo Japón. Los mismos nikkei con los que he conversado e intercambiado experiencias me han manifestado su extrañeza y sorpresa al ser considerados en Japón como “extranjeros”, mientras que en sus países de origen como “japoneses”. Esto se acentúa aún más en el caso de los hafu (mestizos), ya que, a veces, sus rangos fisionómicos evidencian la mezcla, unión o dualidad de un japonés(a) con un extranjero(a). Entonces, ¿es posible seguir manteniendo vigente el concepto tradicional de “nikkei” basado en la ascendencia japonesa y en la unión sanguínea? ¿Por qué no actualizar el concepto hacia una tendencia integradora y pluralista en que se ponga en valor la riqueza cultural de la identidad nikkei? ¿Es posible que exista una comunidad nikkei que valore a sus miembros simplemente por sus aportes y preservación de una misma cultura que los une? Por supuesto que sí, ya que estamos hablando de una “identidad”, es decir, de una concepción que tiene una persona o un colectivo sobre sí mismo en relación a otros, que contempla un conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elementos cohesionadores dentro de un grupo social. Por lo tanto, cualquier persona que se logre integrar a una comunidad puede, con el tiempo, adoptar una identidad en que comparta los elementos cohesionadores anteriormente señalados. Todo aspecto racial, sanguíneo y fenotípico, en este sentido, se encuentra completamente obsoleto.


Teniendo en consideración lo anterior y como una forma de preservar la “identidad nikkei” alrededor del mundo, si las diversas comunidades nikkei existentes desean seguir manteniendo vigente sus tradiciones, es necesario que adopten un renovado concepto de "identidad nikkei", de carácter pluralista, heterogéneo e inclusivo, en el que se valore más a sus miembros por ser mezcla o doble identidad (tomando prestado el nombre de una de las exposiciones del arquitecto hafu Jin Taira), por sus aportes a la preservación y difusión de la cultura japonesa en sus localidades, y por supuesto, por sus lazos ascendentes directos con antepasados japoneses. De este modo, incluso, podemos enriquecer la identidad nikkei local y global integrando a los diversos "nikkei culturales" que, en muchos casos, realizan interesantes análisis y reflexiones en torno a la cultura japonesa sin necesariamente tener lazos sanguíneos.

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